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Nikola, el niño androide que es capaz de expresar emociones

Lunes, 28 febrero 2022.-

La imaginación siempre nos lleva la delantera. Por eso el cine se adelantó varias décadas a la ciencia para presentarnos a los androides, asombrosos robots con apariencia y emociones humanas, mucho antes de que existieran.

El adorable rostro infantil del actor Haley Joel Osment es la primera imagen que me viene a la cabeza cuando pienso en un humanoide. Su caracterización de un robot de última generación llamado David Swinton, que fue programado para experimentar amor en la película de Steven Spielberg Inteligencia Artificial, marcó mis estándares de lo que debería ser un robot humanizado.

Mi memoria emotiva recuerda la representación de un androide en el 2001, pero su historia es casi centenariaEl primero se llamó Eric, un humanoide de aluminio de media tonelada que podía mover los brazos y las piernas, que fue presentado en la Sociedad de Ingenieros de Modelos de Londres en 1928.

Los ingenieros que crearon a Eric usaron sus conocimientos para convertir la ficción en ciencia. Su primera fuente de inspiración habría sido la obra teatral R.U.R., del dramaturgo checo Karel Capek en 1920, que usa por primera vez la palabra robot para denominar a un personaje parecido a lo que hoy conocemos como un androide.

Otro fundamento conceptual fue la robot mujer que aparece en la película Metrópolis de Fritz Lang de 1927. La androide María que aparece en el filme fue una creación de la escritora alemana Thea Von Harbou.

La expansión tecnológica que ha vivido la humanidad desde hace un siglo ha reducido la brecha entre la fantasía y la realidad. Los narradores abrieron el camino, pero los científicos asumieron el reto y llevan décadas abocados al desarrollo de la inteligencia artificial y aprendizaje automático para crear máquinas con morfología humana.

Aun falta mucho para que los androides construidos en un laboratorio sean confundidos con un humano, los avances son notables. Ahora los androides tienen piel elástica hecha de silicona y sofisticados softwares que les permiten realizar movimientos y replicar algunas emociones humanas.

Nikola, el niño androide

Uno de los grandes productores de robots es Japón. Mostraron sus primeros pasos en la robótica en la Gran Exposición de Kyoto en 1928 al presentar una estructura metálica, parecida a una enorme escultura, que era capaz de escribir mensajes en un papel y cambiar mover su cara.

Pero hay un largo trecho entre cambiar los movimientos faciales a que una máquina sea capaz de detectar y expresar emociones.

En 2022, los investigadores del Proyecto Guardian Robot del laboratorio RIKEN presentaron un niño androide que se llama Nikola y que es capaz de expresar emociones básicas.

Un estudio publicado por la revista Frontiers in Psychology explica cómo los participantes en una prueba clínica pudieron identificar seis expresiones faciales de felicidad, tristeza, miedo, ira, sorpresa y asco, al mostrar los movimientos musculares del rostro de Nikola.Este contenido no está disponible debido a tus preferencias de privacidad.

Es la primera vez que una investigación ha estudiado y verificado la eficacia de las emociones expresadas por un androide.

A diferencia de otros robots, Nikola no ha sido concebido como un asistente doméstico ni industrial sino como un ayudante en investigaciones de ciencias sociales. Hasta ahora solo cuenta con una cabeza calva, pero el equipo de RIKEN han asegurado que el cuerpo también está en proceso de construcción.

En la cara de Nikola hay 29 actuadores neumáticos que controlan los movimientos de los músculos artificiales. Esos actuadores son controlados por presión de aire, lo que permite que los movimientos sean suaves y silentes.

(VIDEO) Este robot podría salvar wómbats 0:21 1:40 Scroll back up to restore default view.

Otros seis actuadores controlan los movimientos de la cabeza y los globos oculares.

Los investigadores explicaron que los estudios sobre las reacciones emocionales tienen enormes dificultades porque es difícil medir la interacción de personas reales en un laboratorio. Y cuando se pueden controlar todas las variables al usar fotografías o videos de personas, la interacción no es natural y las reacciones cambian.

La meta del líder del proyecto, Wataru Sato, es controlar todos los aspectos del comportamiento de Nikola para estudiar sus interacciones con humanos.

El primer paso fue determinar si las expresiones de Nikola eran comprendidas la gente. Una persona certificada fue capaz de dar una puntuación a cada unidad de acción facial, lo que indicó que los movimientos faciales de Nikola se asemejan a los de un humano real

Una segunda prueba mostró que las personas comunes y corrientes pudieron reconocer las seis emociones al mirar el rostro de Nikola, aunque existen diferencias en las calificaciones que obtuvieron las distintas expresiones. Los científicos creen que las divergencias en la percepción humana se deben a que la piel de silicona de Nikola es menos elástica que una real y tiene menos capacidad de mostrar arrugas. Y por ese motivo es más difícil identificar emociones como el asco porque no aún no han podido incluir la unidad de acción correspondiente a arrugar la nariz.

“En el corto plazo, androides como Nikola podrán ser una importante herramienta para la psicología social y hasta para las neurociencias”, dijo Sato.

El científico está convencido de que el uso de androides facilitará la realización de investigación empírica rigurosa de las interacciones

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